miércoles, 28 de noviembre de 2007

San Cristóbal

12 comentarios:

MJ dijo...

La cra de este San Cristobalmees muy familiar, aunque no acierto a reconocer a nadie.
Me encanta el reflejo amarillo sobre el agua...

Giocondo dijo...

Lo cierto es que es un tipo muy feo , aunque lo haya hecho yo , lo reconozco es feo.
No sabía qué comentario poner así que le puse título y ya está. San Cristóbal tiene una leyenda muy larga
Es muy difícil escribir algo bueno sobre esa leyenda, Cristóbal el portador de Cristo al que se le aparece un niño que resulta ser muy pesado , tanto que Cristóbal no puede con Él del peso que tiene aún siendo pequeñito .

Anónimo dijo...

No conozco nada sobre San Cristobal, sólo que le pintan siempre como un grandullón.
Vds junto con dorli sois las más interesantes, aunque hoy les note mustias.
Os diré eso de "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mi antes que a vosotros, Si fueseís como el mundo, el mundo os amaría como cosa suya. Pero como no sos del mundo, pués yo os elegí, por eso el mundo os odia"
y yo añado "PEOR PARA EL MUNDO".
Mañana más....

Anónimo dijo...

Oye sabes que el dibujo me gusta, nunca había visto un San Cristobal tan guasón y un niño tan pícaro.
Qué rollo es ese de los secuestros, no lo pillo?

Anónimo dijo...

Según la tradición, fue Cristóbal el primogénito y unigénito de un rey cananeo, y nació en Sidón o en Tiro. Antes de ser bautizado se llamaba Relicto. Tenía gran porte, verdadero gigante por su estatura,
Mientras fue pagano, pensó sólo en aventuras. Su sed de gloria le impulsó a poner su espada al servicio de un gran rey, "el que sea el rey más grande de la tierra", decía con entusiasmo. Y por esto, dejando su patria, se puso en camino y fue a parar a las huestes de Gordiano, emperador de Roma, empeñado a la sazón en una guerra tenaz contra los persas.

Presentándose a él, dejóle admirado por su bizarría y figura; y al ofrecérsele a formar parte de sus tropas, alegando que no quería servir a un rey pequeño, sino al más famoso del mundo, Gordiano se dejó prender por sus palabras y lo admitió en el acto. Los hechos le demostraron que no se había equivocado. Relicto era ducho en las armas; y tal valor mostraba y tanta destreza en el combate, que el emperador quería tenerlo junto a sí en los momentos de peligro.

Pero un día Relicto oyó hablar de Cristo, como del más poderoso de los reyes. Y comenzó a preguntar: "¿Dónde he de encontrar a ese Cristo, Monarca más poderoso que todos los otros?".

La Divina Providencia le deparó un buen maestro; un ermitaño cristiano, por el cual se dejó instruir en el conocimiento de los misterios de la fe verdadera. No tardó en abandonar la milicia terrena y adscribirse al servicio del "Rey inmortal de los siglos".

Y pregunta entonces Relicto al ermitaño: "¿Cómo he de servir a mi nuevo Señor?". Le responde éste: "Con la oración y el ayuno". "No sé rezar". "Ayuna, pues". "¿No ves mi corpulenta estatura? He de comer más que los otros para sostenerme". "Sírvele entonces con tu estatura y tu fuerza. Ayuda a vadear el río a los caminantes que lo necesiten".

Se desarrolló este diálogo, al parecer, cerca de la ciudad de Samos, en la provincia de la Licia, adonde Relicto se había dirigido. Obedeció exactamente al eremita.

Su cuerpo gigantesco empezó a transportar sobre sus hombros a los que no se atrevían a vadear la corriente. Y así una temporada; hasta que un día vio un niño en la ribera; y habiéndole preguntado qué deseaba, el pequeño le respondió que le pasase a la otra orilla. Tomóle Relicto y se lo puso al hombro, creyendo que el peso sería insignificante. Se equivocó. Cuenta uno de sus biógrafos que "Cristóbal entró animoso al río con su báculo (una recia y alta vara con la que solía ir a todas partes), como jugueteando con las ondas; pero a los pocos instantes conoció que el alto bajel se iba a pique, arrebatado de la furia de las aguas. Crecían éstas; hinchábanse las olas; procuraba él cortarlas valientemente, haciendo pie firme en la arena; pero nada le valía, porque el Niño que llevaba en sus hombros le abrumaba tanto con el peso, que si Él mismo no le diera la mano, en ellas hubiera hallado su sepultura. Rendido, sudando y gimiendo, salió a la orilla y admirado puso al Niño en la arena y le dijo: "¿Quién eres, Niño? En gran peligro me has puesto. Jamás me vi en riesgo de perder la vida, sino hoy, que te llevé sobre mi espalda. Las coléricas aguas aumentaban su enojo, y Tú ibas multiplicando tu peso. No pesabas tanto al principio. ¿Quién eres, Niño, que tan en la mano tienes hacerte ligero o pesado? Creo que más pesas Tú que el Mundo.."..

Y entonces oyó Relicto la respuesta, en la cual se le señalaba, precisamente, el nombre que habría de adoptar en el Bautismo: "Te llamarás Cristóforo, porque has llevado a Cristo sobre tus hombros. No te admires de que yo te pese más que el mundo, aunque me veas tan niño; porque, realmente, peso yo más que el mundo entero. Yo soy de este mundo, que dices, el único Creador; y así, no sólo al mundo, sino al Creador del mundo, has tenido sobre ti. Bien puedes gloriarte con el peso: Yo soy ese Señor que buscas: Hallaste ya lo que deseas y a quien has servido tanto en esas obras piadosas. Y aunque sobra mi palabra para crédito de mi verdad, pues sólo porque yo lo digo tiene su firmeza la fe, ejecutaré un prodigio para que conozcas la grandeza de este Niño pequeño. Vuélvete a tu casa, no tienes ya que temer las olas. Fija en la tierra ese árido tronco que te sirve de báculo, que mañana lo verás, no sólo florido, sino coronado de frutos".

En efecto, a la mañana siguiente la estaca seca plantada en el suelo se había trocado en esbelta palmera, con incontables frutos.

Otra vez, según la tradición, se realizó el mismo prodigio, y entonces, instantáneamente, y ante los ojos de todo el pueblo, a petición del Santo, que lo impetró de Dios para ofrecer un testimonio de la verdad que estaba predicando.

Fue después del episodio del divino Niño cuando Relicto recibió el Bautismo, que le administró el patriarca Babilas en su Basílica de Antioquía. Desde aquel momento, se llamó ya siempre Cristóforo, es decir, portador de Cristo.

De cuatro maneras -dice un escritor tan leído como es Tihamer Toth- llevó Cristóbal a Cristo: sobre sus hombros; en los labios, por la confesión y predicación de su nombre; en el corazón, por el amor; y en todo el cuerpo, por el martirio.

Giocondo dijo...

Para Orlando
En Colombia los secuestros son frecuentes según parece según el padre Fortea , pero tiene un guardasespaldas y al patrón de los Viajeros , San Cristobal

Anónimo dijo...

muchas gracias, anónimo, no conocía tan detalladamente la historia de San Cristóbal.

Anónimo dijo...

me gusta la mirada que se echan el uno al otro y también el dominio del cuerpo humano que tienes.
Felicidades.

Sergio dijo...

Gracias por la historia de San Cristóbal.

Crsito sobre los hombros, otro que buscaba al mejor Rey, el mas grande y lo encontró.

Jesús, no desoye nunca las peticiones.

Bendiciones

Todo comenzó porque Sheila dibujó, mas tarde un intrépido anónimo nos instruyó.

Los caminos que llevan al Señor son inexcrutables.

Camino de rosas, camino de espinas, pero buen camino, el mejor camino.

Creo que hoy estoy un poco Wells, jejejejeeee.

MJ dijo...

Si es contagioso Sergio

Anónimo dijo...

sois la pera... ja ja ja

Anónimo dijo...

A mi se me parecem a una mezcla del green giant de los vegetales congelados con la cara del principe Carlos.